Último día
del verano y último de vacaciones. El 21 de septiembre lo he elegido para
correr en Baides una prueba de 10km.
Es una
carrera entre amigos, entre rios, entre carrascas, entre rastrojos y
entretenida.
(Perdón por la paranomasia)
Desde que se
llega al pueblo hasta que te vas te da la impresión que estás en casa. De
hecho, cuando llevabamos con el coche dos km de camino de vuelta, nos hemos
vuelto por si acaso nos habíamos dejado la luz dada. ¡Como en casa!
Hoy, ha sido
de esas veces que antes de empezar la carrera no me dolía nada y que tenía idea
de correr con interés. Las instrucciones previas sobre la carrera nos las ha
dado Miguel y así hemos comenzado con un km neutralizado, que sirve de
calentamiento, relax y conversación.
¡Menos mal
que cuando hemos cruzado el paso a nivel no venía el tren! porque si no,
hubiera empezado la carrera docientos metros antes. Superado este obstáculo
hemos empezado a correr y me he mantenido en el grupo cabecero durante un km
(cosa rara en mi), porque suelo salir como cansado… pero a partir de ahí hemos
ido estirando la hilera y se han marcado las diferencias.
El camino
tenía pequeñas cuestas que hacían decrecer las fuerzas y aumentar las
pulsaciones, pero básicamente es un recorrido llano.
El final es
un recto paseo de frodosos árboles y museo de RENFE que desemboca en la plaza de
meta en la que nos esperan unas mesas con comida y bebida para reponernos del reto cumplido.
¡Qué bien! ¡Qué
bien! y ¡Qué bien!