domingo, 3 de mayo de 2015

Benasque en Mayo



BENASQUE

El 30 de Abril llegué a Benasque a las 13:00. Justo para recoger las llaves del apartamento.
Después de comer descansé un poco y me puse las zapatillas.
Sabía de la existencia de la  ruta de los tres barrancos y me puse a ello. Recorre tres barrancos de la ladera del valle opuesta al pueblo de Cerler, como si dijéramos a la espalda de Benasque. Al llegar a la pradera más alta (hasta entonces había ido trotando) descubrí un camino que subía hacia las Ixeias con unos zigzag muy pronunciados y una pendiente grande. Había un cartel que indicaba que quedaba 2,25 horas hasta el collado de Saso. Tuve que atravesar un par de aludes de barranco antes de llegar a las inmediaciones del collado, pero me di la vuelta porque temía que se me hiciera de noche. 



En total tardé 4 horas, que para comenzar unas vacaciones de cuatro días en plan cabra ya estaba bien.


El 1 de mayo me dirigí al Ampriu, o mejor dicho a un camino que antes de llegar al aparcamiento se desvía casi 180º en ascenso suave hasta introducirse en un bosque de pinos y ya casi sin pendiente hasta un puente de hormigón con una pequeña represa. En este punto había dos posibilidades, una seguir la pista forestal hasta el refugio o atrochar entre los pinos y la nieve para subir al Pasolobino (2815) Al llegar al refugio vi que la subida sería problemática a causa de la nieve, esperé media hora y decidí regresar pero al llegar al puente la niebla empezó a levantarse y decidí subir a la trocha evitando en lo que pudiera las manchas de nieve, que cada vez eran más grandes, hasta convertirse un manto continuo. Esto me obligó a calzarme los crampones hasta llegar a la cuerda que me daría acceso al Pasolobino. En realidad no sé a qué distancia me quedé de la cima porque ya no se veía nada. Pero mi altímetro marcaba 2720m.





 
2 de mayo. Me di más prisa en prepararme para la excursión del día. Me dirigí al aparcamiento que hay justo a la entrada del valle de Estos y con las botas puestas porque supuse que iba a encontrar bastante nieve, aunque luego no fue así porque tome el camino hacia el puerto de Chistau.
La niebla aparecía a una altura alrededor de 2300m y es a partir de ahí cuando el manto de nieve se hace casi continuo en laderas norte. Por lo tanto había que coger caminos que no subieran mucho.
Aunque con botas, llevé una velocidad de crucero bastante buena. Llevaba unos bastones que me ayudaron muchísimo en las cuestas arriba.
A unos 7km, en la cabaña del Tormo, encontré las consecuencias terribles de un alud de este pasado invierno. Tenía una anchura de unos 300m y una longitud superior al kilómetro. Tan grande fue, que arrastró árboles centenarios hasta la ladera opuesta. Cuando llegué al refugio de Estós me dijo el guarda que hacía cien años que no se producía en el valle un alud de tales características.
Después de unos minutos de charla me dirigí hacia el puerto de Chistau. Pero lo que me imaginaba, la niebla bajó y el camino empezó a tener demasiada nieve acumulada.
Media vuelta y al coche; pero deteniéndome en las gorges (cascadas en gargantas de roca) de las que alardea este valle encantado.
Otras seis horitas de caminata que me metí al cuerpo.




 
3 de Mayo. Mi suegro hizo la mili en Benasque y muchas veces hablaba de Vallibierna. Pues yo, ni corto ni perezoso me dirigí al aparcamiento de la entrada, que está camino de Los Llanos del Hospital, justo pasando una visera contra los aludes en la misma carretera. Se puede subir en coche hasta casi los 2000m de altura, pero yo no he venido a eso.
He subido corriendo los 9km que hay hasta un refugio si guarda, pero que tiene buena pinta, no es un chamizo con cuatro piedras.
Desde ahí he seguido caminando hasta que otra vez la nieve me ha cortado el paso. Y con zapatillas no es correcto jugársela.
Me he plantado en el anfiteatro sur del macizo del Aneto. Simplemente ¡maravilloso!
Entre las marmotas me he comido las barritas que llevaba y me he puesto a echar fotos a tanta belleza que me rodeaba.
He bajado de nuevo al refugio por un camino que más bien parecía un arroyo. Ahí me he apretado bien los machos de correr y he bajado al aparcamiento sin parar.
Con lo cual he echado otras 4 horitas de entrenamiento de calidad, cuando menos paisajística.