lunes, 10 de agosto de 2015

Subida internacional Granada-Pico Veleta



XXXI “Subida internacional Granada-Pico Veleta”. 9 de agosto, 2015.

El año pasado, pese a estar inscrito, no pude participar en esta carrea a consecuencia de una lesión de soleo.
Tenía esa espina clavada y ayer, domingo, me la pude sacar.
He entrenado con mucho cuidado, evitando lesionarme y siendo suficientemente exigente como para soportar una carrera de 50km y 2600m de desnivel continuo.
El único sitio que tengo a mano con unas condiciones similares de topografía ha sido el puerto de Navacerrada. Hasta allí he ido cuatro tardes, después de trabajar, para subir desde el propio pueblo de Navacerrada hasta la Bola del Mundo, 12 km y 1000m de desnivel.
El sábado, Marisol y yo nos fuimos a Granada muy pronto y estuvimos disfrutando de la ciudad la mayor parte del día. 
 

Nada más llegar al hotel recogí el dorsal y la bolsa del corredor. En ese momento me empezaron a entrar los nervios y las dudas. Pero en el fondo tengo que reconocer que esa sensación me gusta.

 
































Hacía tiempo que no sentía esos nervios el día anterior a una carrera, tanto, que me costó conciliar el sueño y apenas dormí dos o tres horas. Esto era en hotel Macía Real Alhambra, que la organización de la carrera había hecho oficial y con unas ventajas importantes.
Madrugón: desayuno a las 5; autobús a las 6 y salida a las 7. Este ha sido el esquema horario.


Super Paco, genial.


































Con las dudas que tenía, me decidí a salir gastando la mínima cantidad de energías en los primeros 10km que eran un falso llano con un desnivel de 200m. Pero tanto ahorré que invertí una hora. Muy tranquilo, desde luego.
 
































En Pinos Genil comenzaban los 40km restantes, cuesta arriba y sin frenos. Opté por llevar el mismo ritmo que en los entrenamientos. Fui continuamente adelantando posiciones poquito a poco, pues había tiempo de sobra hasta el final de la carrera (muchas horas por delante).
En los avituallamientos recuperaba siempre tres o cuatro posiciones porque los corredores se entretenían en beber y comer con mucha tranquilidad. Si hubiera habido cincuenta puestos de avituallamiento más, gano la competición.
Seguí con el mismo ritmo hasta alcanzar la vertiente de la estación de esquí, a 2000 m de altura, donde empecé a sentir la falta de fuerza. Pero a base de empeño continué corriendo hasta el km 30 ó 32, con algún tramo que realicé andando. Definitivamente a partir de ahí ya hice todo el recorrido andando.
Curiosamente, el primer km que hice andando, tenía la sensación de no saber hacerlo, tenía las piernas como dormidas. Pero cayó un aguacero que me resucitó. Es que el agua fría nunca la he soportado y me reinicia como a un ordenador.
 Entonces alargué la zancada, aumenté la frecuencia, pese a que entrábamos en el tramo más duro, y tengo que reconocer que iba disfrutando, se me alivió el cansancio y el ver cómo iba adelantando posiciones me animaba más y más. Fue, sin duda, uno de los momentos que más he disfrutado en una competición.
Cada vez veía más grande y más cercana la cima del Veleta. Es un paisaje sobrecogedor en el que sientes la fuerza descomunal de la naturaleza. Yo seguía asombrado de mantener ese ritmo y llegué al km 42, la maratón, en 5:23, habiendo alcanzado casi los 3000m de altura.
En los últimos 8km fui recogiendo los ánimos de la gente con la me cruzaba, ciclistas y excursionistas, que me lo hicieron muy llevadero. Hasta que en el último zigzag del camino vi la ansiada meta desde la que se oía mi nombre y los aplausos de la gente. Me atreví a correr los últimos 50 metros cuesta arriba, que me dejaron sin oxígeno. Pero llegué, llegué.





 El trofeo que tánto me ha costado conseguir:

domingo, 3 de mayo de 2015

Benasque en Mayo



BENASQUE

El 30 de Abril llegué a Benasque a las 13:00. Justo para recoger las llaves del apartamento.
Después de comer descansé un poco y me puse las zapatillas.
Sabía de la existencia de la  ruta de los tres barrancos y me puse a ello. Recorre tres barrancos de la ladera del valle opuesta al pueblo de Cerler, como si dijéramos a la espalda de Benasque. Al llegar a la pradera más alta (hasta entonces había ido trotando) descubrí un camino que subía hacia las Ixeias con unos zigzag muy pronunciados y una pendiente grande. Había un cartel que indicaba que quedaba 2,25 horas hasta el collado de Saso. Tuve que atravesar un par de aludes de barranco antes de llegar a las inmediaciones del collado, pero me di la vuelta porque temía que se me hiciera de noche. 



En total tardé 4 horas, que para comenzar unas vacaciones de cuatro días en plan cabra ya estaba bien.


El 1 de mayo me dirigí al Ampriu, o mejor dicho a un camino que antes de llegar al aparcamiento se desvía casi 180º en ascenso suave hasta introducirse en un bosque de pinos y ya casi sin pendiente hasta un puente de hormigón con una pequeña represa. En este punto había dos posibilidades, una seguir la pista forestal hasta el refugio o atrochar entre los pinos y la nieve para subir al Pasolobino (2815) Al llegar al refugio vi que la subida sería problemática a causa de la nieve, esperé media hora y decidí regresar pero al llegar al puente la niebla empezó a levantarse y decidí subir a la trocha evitando en lo que pudiera las manchas de nieve, que cada vez eran más grandes, hasta convertirse un manto continuo. Esto me obligó a calzarme los crampones hasta llegar a la cuerda que me daría acceso al Pasolobino. En realidad no sé a qué distancia me quedé de la cima porque ya no se veía nada. Pero mi altímetro marcaba 2720m.





 
2 de mayo. Me di más prisa en prepararme para la excursión del día. Me dirigí al aparcamiento que hay justo a la entrada del valle de Estos y con las botas puestas porque supuse que iba a encontrar bastante nieve, aunque luego no fue así porque tome el camino hacia el puerto de Chistau.
La niebla aparecía a una altura alrededor de 2300m y es a partir de ahí cuando el manto de nieve se hace casi continuo en laderas norte. Por lo tanto había que coger caminos que no subieran mucho.
Aunque con botas, llevé una velocidad de crucero bastante buena. Llevaba unos bastones que me ayudaron muchísimo en las cuestas arriba.
A unos 7km, en la cabaña del Tormo, encontré las consecuencias terribles de un alud de este pasado invierno. Tenía una anchura de unos 300m y una longitud superior al kilómetro. Tan grande fue, que arrastró árboles centenarios hasta la ladera opuesta. Cuando llegué al refugio de Estós me dijo el guarda que hacía cien años que no se producía en el valle un alud de tales características.
Después de unos minutos de charla me dirigí hacia el puerto de Chistau. Pero lo que me imaginaba, la niebla bajó y el camino empezó a tener demasiada nieve acumulada.
Media vuelta y al coche; pero deteniéndome en las gorges (cascadas en gargantas de roca) de las que alardea este valle encantado.
Otras seis horitas de caminata que me metí al cuerpo.




 
3 de Mayo. Mi suegro hizo la mili en Benasque y muchas veces hablaba de Vallibierna. Pues yo, ni corto ni perezoso me dirigí al aparcamiento de la entrada, que está camino de Los Llanos del Hospital, justo pasando una visera contra los aludes en la misma carretera. Se puede subir en coche hasta casi los 2000m de altura, pero yo no he venido a eso.
He subido corriendo los 9km que hay hasta un refugio si guarda, pero que tiene buena pinta, no es un chamizo con cuatro piedras.
Desde ahí he seguido caminando hasta que otra vez la nieve me ha cortado el paso. Y con zapatillas no es correcto jugársela.
Me he plantado en el anfiteatro sur del macizo del Aneto. Simplemente ¡maravilloso!
Entre las marmotas me he comido las barritas que llevaba y me he puesto a echar fotos a tanta belleza que me rodeaba.
He bajado de nuevo al refugio por un camino que más bien parecía un arroyo. Ahí me he apretado bien los machos de correr y he bajado al aparcamiento sin parar.
Con lo cual he echado otras 4 horitas de entrenamiento de calidad, cuando menos paisajística.