sábado, 12 de marzo de 2011

Travesía en Port Ainé

Del 5 al 8 de marzo he estado en la estación de esquí pirenaica de Port Ainé, perteneciente al municipio de Rialp, en Lerida.
Esta estancia está organizada por el Club Ávila Esquí y desde hace muchos años se venía repitiendo en la misma estación.





Ya me conozco las pistas como si del pasillo de mi casa se tratara, pero este año algo ha cambiado. He cambiado los esquíes tradicionales de alpino por los de travesía y así he tenido a mano, mejor dicho a pie, las dos actividades.
Lo primero que hice después de calzarme los esquíes fue desviarme de las pistas convencionales y adentrarme por caminos vírgenes por los que iba abriendo huella después de la última nevada.
¡Qué gozada! Sólo se oía mi respiración agitada y mis pasos penitentes sobre esa nieve que apenas me dejaba ver de vez en cuando las espátulas. Era nieve polvo, como escamas de sal y muy ligera.




Sabía que no podía perderme y me atreví a profundizar en los barrancos que me llevarían al centro de la estación, pero la naturaleza es muy dura y me puso obstáculos insalvables como arroyos, paredes de roca y árboles cruzados, que con zapatillas no serían problema, pero con los esquíes me resultó imposible.
Esta fue la tercera vez que alcanzaría una cima con las focas, las anteriores fueron la Raca y el Pico del Lobo. Justo al llegar a la cima a 2.440m pude ver por primera vez los valles al sur del
Pic de l’Orri.







Había estado, sin exagerar, más de sesenta veces a menos de cincuenta metros de la cima, pero nunca subí, porque iba equipado con los esquíes tradicionales de alpino.
Como el día era muy bueno, pude quedarme en la cima casi media hora y sin prisas me quité las focas, almorcé y me di un “rulo” alrededor de las antenas para empaparme del paisaje.
Luego, la bajada la hice fuera de pistas. ¡La primera vez que lo hacía en Port Ainé! Y sin galletas ni problemas llegué a la cafetería a descansar y tomarme una cerveza del tiempo, o sea a cero grados, con mis amigos del club.





Esta tarea tan trabajosa la repetí los otros tres días pero con variaciones en el recorrido de subida y bajada. Incluso llegué a hacer doblete de subida. Mi salida estaba a 1.600m de altitud y la pendiente máxima puede que fuese de un 30 ó 40%.
El tercer día salí de la estación por el este y encontré unos paisajes de película. Pude hacer unos descensos espectaculares, pero la prudencia me lo impidió. A mitad de la subida, por la zona segura, me encontré a otro esquiador de travesía y me comentó que justo en ese punto había muerto un pistero de la estación debido a un alud. ¡Uff!






A colación del caso, tengo que decir que las subidas me las tomé también como entrenamiento para la maratón de Madrid, pero no sé qué resultado me darán, porque al continuar con mis entrenamientos rutinarios me doy cuenta de que tengo alguna molestia en las piernas que no conocía antes de ir a esquiar…
Por cierto, me encanta saber que mis colegas del club Maratón de Guadalajara hayan dejado tan alto el pabellón en la maratón de Barcelona. Les doy la enhorabuena.

1 comentario:

  1. A mi me gusta mucho ir a Port Ainé, creo que el ambiente es estupendo, además las pistas están muy bien y son aptas para todo tipo de publicos.

    Un saludo,
    Miriam

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