-¡Marisol! ¿A qué hora ponemos el despertador?
-Pues… a las 6:30, pero cuidado con el cambio automático de
hora del movil..
-¡Vale!, pero como hoy dormimos una hora más, no importa.
En ese momento ya tenía yo la mochila preparada, las
zapatillas preparadas, calcetines, agua, pantalón; todo para vestirme a la
carrera y salir de casa cuanto antes.
Ha salido el sol cuando ya íbamos por Humanes y prometía ser
un día excelente. Acostumbrados a madrugar durante toda la semana no teníamos
mucha dificultad de mantenernos bien frescos y despiertos.
Nuestro destino era Condemios de Arriba y hemos llegado algo
sobrados de tiempo como para que yo pudiera coger uno de los dos autobuses
puestos por la organización de la carrera que habría de empezar en Prádena de
Atienza. Marisol se quedaba en Condemios y yo viajaba hasta Prádena.
Me ha dado pena de ver toda la sierra del Alto Rey quemada.
La mayor parte afectada era monte bajo. Espero que en pocos años esté
recuperada de tal desastre.
Cuando hemos llegado a Prádena, hemos tenido que embadurnar
de “vaselina” al autobús para que pasase por alguna calle. Está claro que
Prádena es un pueblo destinado a la gente. Eso es lo importante!
Allí, nada más llegar, he visto a muchos de mis amigos y compañeros
de carreras y además a mis primos, que también corrían; bueno, sólo la segunda
generación. Pero pertenecientes a la élite.
Hemos empezado la carrera cuesta arriba por las calles del
pueblo y todos íbamos corriendo, como sintiéndonos sobrados de energía para el
resto de la carrera. En ese sentido, aún no he aprendido a dosificarme y
precisamente hoy era el día ideal para guardar fuerzas para los 10 últimos km.
Hubiera disfrutado más de los caminos semi-llanos del final. Pero bueno, no me
quejo.
Subiendo al Alto Rey hemos atravesado las cenizas de las que
supongo fueron jaras. Me ha dado miedo pensar qué va a pasar con las lluvias
intensas si arrastran la tierra por arroyos y torrenteras. Espero que llueva
suave, y nieve bastante para que crezcan como deben los matorrales y la gayuba.
¡ Ay, que leche!
Después de recorrer la cuerda de la sierra y dar una vuelta
por la espectacular ermita del Alto Rey hemos descendido rápidamente por
pinares no afectados por el fuego hasta rodar a buen ritmo pos pistas anchas,
(con alguna indefinición en el marcado del recorrido con cinta blanca).
Al llegar al río Pelegallinas ya me faltaba la fuerza para ir corriendo con cierta alegría y empezaba a soñar con la meta. He ido haciendo la goma (expresión ciclista) con un grupito de cinco o seis corredores, cambiándonos de orden. Señal de que a todos nos faltaba fuelle.
Finalmente, he llegado a Condemios, con alegría, mucha alegría y esa es mi recompensa en las carreras. Se conoce que lo que mejor entreno son las endorfinas.
Luego llega lo más bonito, hablar con unos y con otros,
comentar lo ocurrido, tomar una bebida, dos bebidas y hasta tres (no siempre
refrescos…)
Hoy además teníamos la comida en el campamento juvenil, para
compartir banco (de madera y para sentarse), charlas y experiencias varias. En
fin, una gozada.
La organización, bien. El trato genial y el ambiente muy agradable.
Vive Dios que si se celebra al año que viene, yo… voy.
¡Tengo cierta conexión con la sierra del Alto Rey!
Y como siempre AQUÍ están todas todas las fotos que hace Marisol, ¡Gracias!